miércoles, 7 de noviembre de 2012

SUPERSTICIONES EN LAS BODAS



Invisibles
La novia no debe dejarse ver vestida por el novio antes de la ceremonia así como no debe mirarse a un espejo una vez se haya acabado de arreglar. Este tabú responde al miedo de proyectar una imagen aún no consolidada de la novia a los otros y a sí misma, puesto que los dioses podrían poner en entredicho su derecho. 

Lo único que puede hacer para mirarse al espejo, ya que es inevitable querer mirarse, es dejar a un lado una prenda accesoria (guantes, por ejemplo). Así, incompleta, imperfecta, no correrá el riesgo de atraer los celos de los dioses.
Los anillos
Muchas son las simbologías que se dan a los anillos que se intercambia la pareja. En primer lugar hay que pensar que, en la antigüedad, el matrimonio se preparaba desde la cuna y que la pureza con que se debía llegar era más que obligatoria, sobre todo para la mujer.

Por ello el anillo era un símbolo previo al desvirgamiento de la novia, tanto espiritual como físico; una culminación de la unión. También es símbolo de fidelidad, confianza y marca de atadura (aún hoy en día nos fijamos si esa persona que nos gusta lleva un anillo de casado...).

Era un regalo de un metal precioso ante Dios que se encargaría de velar por el matrimonio ante las tentaciones de Satán. Esta es una de las tradiciones más antiguas. Los griegos, romanos y egipcios usaban anillos. Se coloca en el dedo corazón por la antigua (y falsa) creencia que este está conectado directamente al corazón.
El beso
Si el anillo era el previo a la consumación, el beso es lo que ha quedado del acto sexual en nuestros días. Así es, antiguamente los novios, para consumar su unión, hacían el amor delante de, al menos, un testigo, cuando no delante de todos los invitados.

De esta manera se daba por consumada de verdad la unión ante los ojos de los hombres y los dioses. Actualmente si el novio y la novia se pusieran a hacer el amor en el convite sería causa, como mínimo, de desmayos, el beso suple esa consumación que, en teoría, ha de llegar a la noche cuando la pareja se retire de las celebraciones.

De hecho, es curioso comprobar que, según la ley actual, un matrimonio no consumado no es válido ante la ley.
Arrojar arroz
Seguimos conservando la divertida tradición de esperar apostados a los recién casados a las puertas de la iglesia o juzgado para recibirles con arroz o pétalos de flores.

Tan antigua como el mismo rito, esta tradición es una manera de desear fertilidad a la pareja. Por ello se arroja arroz, un fruto básico de la tierra o pétalos de flores (sobre todo de rosas) como purificación de la unión. Antiguamente se lanzaba trigo, puesto que es el que produce otro alimento básico, el pan.
El pastel de la fertilidad
De igual manera que el trigo o el arroz, el tradicional pastel de nupcias simboliza la fertilidad. Anteriormente los invitados regalaban pasteles a la novia para desearle que tuviera muchos hijos y muy sanos. El equivalente es el aparatoso y enorme pastel de boda que vemos en la actualidad en el banquete.
El ramo y la liga
La tradición de tirar el ramo a las casaderas presentes viene de antiguo, pero ha sufrido muchos cambios hasta llegar a la actualidad. De hecho, antes que la iglesia católica considerara que era una costumbre bárbara, lo que hacía la novia era dejar que los caballeros presentes (los padrinos que la acompañaban) lucharan entre ellos por conseguir la liga que lucía en una de sus piernas.

El que la consiguiera, se decía, tendría muy buena suerte en sus empresas. La liga se vio sustituida por una más inocente guirnalda de flores (luego en el ramo que conocemos) y los caballeros por las damas, que no tenían que luchar a brazo partido por ella, sólo cogerlo al vuelo, simbolizando que su turno de desposarse estaba próximo.
La luna de miel
¿De dónde proviene tan dulce nombre? Hoy en día sólo lo identificamos con un viaje romántico aprovechando los permisos y dinero que se consiguen al casarse, pero la idea viene de lejos. Concretamente viene de la Baja Edad Media en el norte de Europa, donde, tras una boda, todos los invitados y los novios bebían hidromiel, un afrodisíaco.

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